El 26 de noviembre se celebra en EE.UU. el Día de Acción de Gracias. No es una fecha de gran tradición en Europa; sin embargo, cualquier jornada es buena para recordar el inmenso poder del agradecimiento
¿Sabes que el cerebro humano tiene una tendencia a retener con más facilidad las experiencias negativas? Lo llaman “el sesgo de negatividad natural”.
En este momento de la historia de la Humanidad, en el que el negacionismo y el negativismo han encontrado un hueco perfecto para estar presentes en el día a día, busco y selecciono lo que leo, lo que veo y lo que escucho con sumo cuidado.
Procuro mantener un entrenamiento activo y continuo en actitudes encaminadas a mejorar mi salud personal, social y emocional. Una de las herramientas que utilizo es la gratitud consciente. Sí, digo consciente, porque decir gracias sin saber lo que estamos haciendo ni incorporarlo a nuestro repertorio de habilidades pasará desapercibido y no podremos beneficiarnos de todo su potencial.
Flexibilicemos las formas de ver el mundo
Otra de las herramientas que uso para este aprendizaje de vida es dedicar cierto tiempo cada día para leer cosillas interesantes que abran un poco más mi mente y flexibilicen mi manera de ver el mundo.
Una de esas curiosidades que me ayudan a ampliar mi mirada ha sido la afirmación de expertos en neurociencia de que nuestro cerebro se nutre del agradecimiento, transformando la estructura molecular de la materia gris de nuestro cerebro para crear estados de ánimo positivos; como la tierra de la lluvia, acogiendo los nutrientes esenciales para después regalarnos frutos y alimentos.
El agradecimiento verdadero genera endorfinas
¿Sabes que cada vez que muestras agradecimiento verdadero tu sistema hormonal genera endorfinas? ¿Y que mejora tu tono muscular y relaja tu presión arterial?
Las endorfinas y otras hormonas llamadas de la felicidad, como la oxitocina, nos ayudan a mantener un estado de ánimo más positivo.
Igual estás pensando: “¡Qué bien! Con la falta que me hace a mí estos días”. Pues venga, vamos a ponernos a ello.
«La gratitud es la madre de todas las virtudes«, decía Cicerón.
La gratitud equilibra nuestro sentir con nuestro hacer
Practicar la gratitud me invita a valorar la actitud beneficiosa de otra persona hacia mí y, como consecuencia, a ser corresponsable con mi propia actitud, a mostrar en mí también acciones de favor hacia la otra persona.
Es una de las maneras que tenemos de equilibrar nuestro sentir con nuestro hacer. Así, percibimos que estamos en coherencia con nuestro fuero interno y nuestro entorno.
Relacionarlo sólo con este recibir y dar puede ser excesivamente reduccionista. Incluir el agradecimiento verdadero como un elemento habitual en nuestra rutina diaria va mucho más allá: nos aporta consciencia y nos ayuda a percibir nuestra realidad de forma más simpática.
Cómo encaminarnos por la senda del estado de ánimo positivo
Cuando nos concienciamos de este proceso del sentir y el actuar, cuando somos capaces de darnos cuenta de este hecho humano-amoroso cada vez que ocurre, estamos caminando por esa senda del estado de ánimo positivo con el conocimiento de todo lo bueno que ocurre en nuestra vida.
Te invito a levantarte con una frase de agradecimiento hacia el nuevo día y después programar un acto de gratitud hacia alguna de las personas que encontrarás en esa jornada. Practica y comprueba los resultados. Seguro que serán positivos y te sentirás mucho más feliz.
Gracias por leer.
Gracias por sentir.
Gracias por hacer.
Mar Bustos
Si quieres más información sobre Mar Bustos o contactar con ella, pincha sobre su nombre
Naturaleza Savia destaca:
- ¿Sabes que el cerebro humano tiene una tendencia a retener con más facilidad las experiencias negativas? Lo llaman “el sesgo de negatividad natural”.
- Una de las herramientas para el día a día es la gratitud consciente. Sí, digo consciente, porque decir gracias sin saber lo que estamos haciendo ni incorporarlo a nuestro repertorio de habilidades pasará desapercibido y no podremos beneficiarnos de todo su potencial.
- Incluir el agradecimiento verdadero como un elemento habitual en nuestra rutina diaria va mucho más allá: nos aporta consciencia y nos ayuda a percibir nuestra realidad de forma más simpática.