El virus ha robado hasta nuestros rituales para llorar a nuestros seres queridos. El Día de los Difuntos los cementerios no podrán llenarse de personas y flores. Consejos para acompañar a un doliente
Están siendo meses de incertidumbre que a todos nos han hecho temblar esos cimientos sobre los que nos creíamos bien asentados. Este virus incluso nos ha robado hasta la forma de despedirnos de nuestros seres queridos.
En muchos dramáticos casos, por las restricciones para evitar el contagio de la Covid, no hemos podido despedirles en el hospital; no hemos podido llorarles en el tanatorio; no hemos podido compartir llanto con otros familiares. Este año, el Día de los Santos y de los Difuntos, el 1 y 2 de noviembre, estará también bajo la sombra del virus y los cementerios no podrán llenarse tanto como otros años de flores y personas que acuden a visitar a sus seres queridos.
Este año a todos nos ha tocado mirar, aunque sea de soslayo a la muerte
Está siendo un año de mucho dolor y muchos fallecimientos en los que todos, en mayor o menor medida, hemos tenido que mirar, aunque sea de soslayo, a la muerte, y hemos vivido de cerca o conocido casos de fallecidos por el virus.
El duelo duele tanto que desconcierta y asusta, más aún en situaciones mundiales como la actual. En una sociedad en la que damos la espalda a la muerte, un tema tabú, nos cuesta afrontar los pésames, nos da respeto, nos produce nerviosismo… Por lo general, no sabemos qué hacer, cómo actuar. ¿Cómo ayudar a alguien que acaba de perder a un ser querido? ¿Qué decir a alguien que siente que se ha roto por dentro, que le han arrancado las entrañas?
Si no sabes que decir, no digas nada, acompaña en silencio
Si quieres acompañar a alguien de tu entorno y ayudarle y no sabes cómo afrontarlo, muéstrale tus condolencias cuando le veas y pasa después a escucharle o a acompañarle en silencio. Habitualmente, el doliente necesita expresar su rabia o sus sentimientos de culpa, sus miedos o su tristeza pero tendemos a querer consolarle con palabras muchas veces erróneas que no solo no le ayudan sino que no le permiten mostrar sus emociones.
Errores habituales que cometemos es decirles que el tiempo lo cura todo, que él o ella ya no sufren, que ya tenía una edad o que no llore, que no sirve de nada… darle consejos o comparar la muerte con otra diciendo que aquella fue peor. Si no sabemos que decir, no digamos nada, simplemente, acompañémosle. La escucha es el mejor regalo que podamos dar al doliente; lo mismo un abrazo o estar junto a él, en silencio ambos, cogiéndole simplemente de la mano.
Cómo ofrecernos al doliente
Si realmente queremos acompañar y ayudar a esa persona, es importante también que sigamos atentos a él o a ella con el paso del tiempo. Es habitual volcarse en él nada más ocurrir el fallecimiento pero después no se está tan pendiente de esas personas, que pueden sentir momentos de gran soledad. Respetemos sus tiempos y si no quieren atender el teléfono o verse con nosotros permitámoslo pero siempre sabiendo que esa persona sabe que puede contar con nosotros cuando lo necesite. En esa ayuda también es muy positivo no tanto decirle el “estoy aquí para lo que quieras” sino concretarle esa ayuda: ¿Necesitas que te ayude con el papeleo?, ¿con pertenencias personales?, ¿que te haga la compra?, ¿que paseemos en silencio?…
Estamos viviendo tiempos muy difíciles y contra la incertidumbre, el miedo y el dolor fórmulas infalibles son siempre el amor, la compasión, la presencia y la escucha.
Naturaleza Savia destaca:
- Este virus nos ha robado hasta la forma de despedirnos de nuestros seres queridos. En muchos dramáticos casos, por las restricciones para evitar el contagio de la Covid, no hemos podido despedirles en el hospital; no hemos podido llorarles en el tanatorio; no hemos podido compartir llanto con otros familiares; no podremos acudir al cementerio en el Día de los Difuntos.
- El duelo duele tanto que desconcierta y asusta, más aún en situaciones mundiales como la actual. En una sociedad en la que damos la espalda a la muerte, un tema tabú, nos cuesta afrontar los pésames, nos da respeto, nos produce nerviosismo… Por lo general, no sabemos qué hacer, cómo actuar.
- Si no sabemos qué decir, no digamos nada, simplemente, acompañémosle. La escucha es el mejor regalo que podamos dar al doliente; lo mismo un abrazo o estar junto a él, en silencio ambos, cogiéndole simplemente de la mano. Estamos viviendo tiempos muy difíciles y contra la incertidumbre, el miedo y el dolor fórmulas infalibles son siempre el amor, la compasión, la presencia y la escucha.