En el Día Universal del Niño, recorremos el camino para una infancia sana mentalmente y un objetivo, un adulto feliz
Los niños, cuando llegan al mundo, son lienzos en blanco y se convertirán en una persona u otra dependiendo de la educación que hayan recibido y del entorno en el que crezcan.
Es necesario cubrir unas necesidades básicas para la supervivencia de cualquier ser humano. De ahí que demos una gran importancia a que esas necesidades se trabajen desde edades tempranas para que los niños construyan su estructura y su base con un objetivo final, ser un adulto feliz.
La educación es el vestido de gala para participar en la fiesta de la vida (Miguel Rojas)
Primero debemos atender a sus necesidades fisiológicas básicas: alimentación, hidratación, descanso, emociones y afecto. Son las principales necesidades para favorecer su gran desarrollo.
Pero debemos ser conscientes de que hay otras necesidades que son imprescindibles para una buena salud mental, que junto a las fisiológicas, los niños llevarán de por vida:
- Tiempo.
- Escucha.
- Atención.
- Explicarles nuestro cariño.
- Enseñarles a regular sus emociones.
- Ofrecer contextos de seguridad.
- Sintonía emocional.
- Establecer límites claros.
- Respetar, aceptar y valorar.
- Estimulación suficiente y adecuada.
- Autonomía.
- Fomentar la gratitud.
Como padres o docentes, la educación es una tarea difícil y de mucha responsabilidad. A veces acertamos y otras no, pero siempre priorizando el bienestar de los niños.
Debemos potenciar las habilidades que el niño tiene de forma innata
En ocasiones, por empeñarnos en brindarles lo mejor, olvidamos algunos detalles que en un futuro pueden tener consecuencias negativas en la persona. Educar en valores es imprescindible para formar personas y construir un medio mucho más justo. De ahí que los adultos debamos potenciar las habilidades que el niño tiene de forma innata.
¿Cometemos errores a la hora de educar? Claro que sí y es sano. El no saber escuchar, sancionar con cada cosa que hagan mal, hacer las cosas por ellos, querer que sean como nosotros y compararlo con otros niños son algunos de los principales errores que cometemos.
Nadie es perfecto ni nace aprendido, por eso siempre debemos aprender de nuestros errores. Tenemos que acompañarles y guiarles en su camino para que puedan tener un impacto positivo a medida que vayan creciendo.
Es necesario una óptima y plena atención al niño tanto en calidad como en cantidad
Es fundamental hacer a los niños partícipes en nuestras conversaciones, preguntar cómo les ha ido (aunque no sepan hablar), qué han hecho y cómo se sienten. La habilidad de la comunicación se aprende, no se nace con ella. Es más, un niño no puede reproducir palabras si primero no las escucha.
Es necesario una óptima y plena atención al niño tanto en calidad como en cantidad desde su nacimiento para un buen desarrollo físico, psíquico y emocional.
Os aseguro que, si lo hacéis, veréis resultados inmediatos. Los niños son personas muy agradecidas y trabajar con ellos y para ellos es muy gratificante.
Dar mi enhorabuena a todos los niños y niñas por la lección de vida que nos han dado y nos están dando durante el confinamiento y la pandemia, tienen una gran capacidad de adaptación maravillosa.
Mi lema:
¡¡¡Las palabras con amor entran mejor!!!
¡FELIZ DÍA DEL NIÑO, OS LO MERECÉIS!
Yolanda Soriano
Naturaleza Savia destaca:
- Los niños, cuando llegan al mundo, son lienzos en blanco y se convertirán en una persona u otra dependiendo de la educación que hayan recibido y del entorno en el que crezcan.
- Educar en valores es imprescindible para formar personas y construir un medio mucho más justo. De ahí que los adultos debamos potenciar las habilidades que el niño tiene de forma innata. Debemos darles también plena atención para un buen desarrollo físico, psíquico y emocional.
- Es fundamental hacer a los niños partícipes en nuestras conversaciones, preguntar cómo les ha ido (aunque no sepan hablar), qué han hecho y cómo se sienten. La habilidad de la comunicación se aprende, no se nace con ella. Es más, un niño no puede reproducir palabras si primero no las escucha.