El 30 de noviembre se celebra el Día Internacional contra los Trastornos de Conducta Alimentaria. Es un camino largo pero la recuperación total es posible
Cuando sentimos el impacto del TCA (Trastorno de Conducta Alimentaria) en nuestras vidas, su dura sintomatología nos hace sentir perdidos, agotados en la lucha interna, encarcelados dentro de nosotros mismos.
La recuperación de una anorexia o una bulimia es un camino largo, con subidas y bajadas, con fases luminosas y otras muy oscuras, que requiere de grandes dosis de compromiso para atravesar todas sus etapas -que además no son lineales- y así poder llegar a la meta. Pero esa meta, esa recuperación total, es posible.
Esta enfermedad tiene cura, pero eso no significa volver a ser quien fui… significa salir aún más valioso. El proceso de sanación de un TCA tiene un gran parecido con el arte japonés del Kintsugi, que consiste en reparar objetos de cerámica rotos, con un adhesivo fuerte, y rellenar cada grieta con oro. Para el Kintsugi cuando algo ha sufrido un daño y tiene una historia se vuelve más hermoso. El resultado es que la cerámica no sólo queda reparada sino que es aún más fuerte y bella que la original. Ahora esa cerámica tiene más pasado y más vida. Kintsugi literalmente significa “que con oro se restaura y da otra oportunidad a lo que ha tenido accidente”.
El alma sale fortalecida y más sabia
Nacemos para cambiar, somos proyectos inacabados que nos reescribimos continuamente. Hay que saber aceptar y reconocer claramente lo que nos ha aportado la experiencia del TCA a través de esas fracturas. El dolor de la rotura acaba por desvanecerse, pero queda la enseñanza. Sale así el alma fortalecida y más sabia, como la pieza Kintsugi, que es más fuerte que la original.
Esta recuperación es un proceso de resiliencia, que es la capacidad de una persona de afrontar, sobreponerse a las adversidades y resurgir fortalecido o transformado.
¿Cuáles son los pilares de la resiliencia necesarios para la recuperación de un TCA?
- Tener claro que no existen personas que “puedan con todo”, lo que existen son personas que desarrollan una fortaleza que les hace capaces de superar situaciones difíciles por mucho que caigan y se tengan que levantar una y otra vez.
- Abrirme a los demás, relacionarme, establecer vínculos. Encontrar el equilibrio entre el dar y el recibir. Sólo cuando me abro a la vida, y me permito recibir, puedo dar. Y al dar a la vida, al aportar, me siento valioso. Esta fortaleza consigue que la delgadez o la restricción no sean mi única fuente de autoestima o sensación de logro.
- Es muy importante tener a alguien con quien hablar de mis emociones, de mis síntomas, de los desencadenantes de la enfermedad y de aquello que lo mantiene. Hablar de ello hace que se tome distancia de lo traumático. El abrirnos a otra persona significa que estamos poniendo voluntad en abrir nuestro corazón y en volver a confiar en el ser humano, en la vida y en nosotros mismos. Es imprescindible construir o reconstruir vínculos sanos con amigos y familiares y buscar un terapeuta cálido, comprensivo y con experiencia que me ayude a responsabilizarme de los cambios, que favorezca mi compromiso con las pequeñas acciones que me van a llevar a liberarme de la cárcel del TCA. Ese terapeuta va a colaborar a dar un sentido a lo que estoy viviendo.
- También he de desarrollar la independencia: saber fijar límites a los demás y a mi voz interna, que me impide comer adecuadamente. Aprender a mantener la adecuada distancia emocional y física con los demás.
- Elegir la confianza en vez del miedo en nuestro diálogo interno y en nuestras decisiones. Sólo cuando confío puedo salir de mi zona de confort y hacer cambios con la alimentación o con mi manera de vivir.
- Dedicarme tiempo y autocuidado de forma regular: quizá aun no soy capaz de cuidarme en mis hábitos alimentarios, pero puedo darme consuelo y atención de más formas: meditando, paseando por la naturaleza, comprando algo que me guste, empleando olores que armonizan mi habitación…
- Alimentar una visión positiva de mí mismo, registrando por escrito mis pequeños logros y éxitos. De esta manera me sentiré más positivo y capaz.
- Hacer que el humor sea mi bandera: !qué importante es el humor! Cuando soy capaz de reírme de mí e incluso de mis sufrimientos puedo tomar distancia de lo que me encarcela. Me ayuda a recontextualizar las experiencias y mis emociones y a ver las cosas desde otras perspectivas.
- Desarrollar el arte de introspección, preguntarme internamente para qué estará ocurriendo algo o cómo se ha desencadenado esta emoción que ahora observo en mí. Va de la mano de una actitud honesta al conversar conmigo mismo.
- Cultivar la aceptación: voy a aceptar los síntomas que encuentro en mí, mis luces y mis sombras. No hay mayor acto de valentía que atraernos a conocer y aceptar lo que vemos.
- Recordarme que esto pasará. Es una enfermedad que voy a superar, aunque tarde tiempo en hacerlo es solamente una crisis en mi vida. Es importante proyectarme más allá de esta situación.
Te invito a que te hagas esta pregunta: ¿qué me ha aportado mi enfermedad hasta ahora? ¿Para qué me servirá cuando la supere? Ser capaz de encontrar algo bueno de la adversidad aporta fortaleza y la capacidad para superar la enfermedad.
Tatiana Muñoz
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Naturaleza Savia destaca:
- La recuperación de una anorexia o una bulimia es un camino largo, con subidas y bajadas, con fases luminosas y otras muy oscuras, que requiere de grandes dosis de compromiso pero la recuperación total es posible.
- Esta recuperación es un proceso de resiliencia, que es la capacidad de una persona de afrontar, sobreponerse a las adversidades y resurgir fortalecido o transformado.
- Es muy importante tener a alguien con quien hablar de las emociones, síntomas, desencadenantes de la enfermedad… Abrirnos a otra persona significa que estamos poniendo voluntad en abrir nuestro corazón y en volver a confiar en el ser humano, en la vida y en nosotros mismos.
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