Cuando aceptas que es imposible la perfección, controlar todo y la ausencia de problemas, entonces aprendes a soltar, a fluir, a dejarte sorprender, a vivir
Las personas que están siempre evitando los problemas, buscando la perfección y tenerlo todo bajo control, evolucionan poco, tienen miedo a que algo puede alterar su aparente serenidad, cuando en realidad su día a día está lleno de pequeñas frustraciones: es imposible la perfección, es imposible no encontrarse problemas, es imposible controlar todo…
El que quiere vivir el placer sin el dolor y el orden sin el desorden no entiende las leyes del cielo y de la tierra
Como decía el filósofo chino Chuang-Tse (s. IV a. C.), «el que quiere vivir el placer sin el dolor y el orden sin el desorden no entiende las leyes del cielo y de la tierra». La verdadera serenidad llega cuando se asimila que la vida sorprende, para bien a veces, para mal otras; cuando se asimila que pueden surgir momentos difíciles pero que, afrontados, se encuentra una solución.
Esa angustia también tiene mucho que ver con la imposibilidad de tomar consciencia de lo que uno está haciendo y lo que quiere en la vida. Mientras sigas la senda de lo que crees que tienes que hacer, de lo que los demás esperan de ti, del falso control y la falsa seguridad, no encontrarás nada que calme tu angustia porque, aunque no quieres escucharlo, tu corazón y tu intuición te están alertando de que existe otro camino distinto al que has cogido.
Disfrutando del camino
Es un camino simplemente diferente, no es el equivocado, porque no hay vía que no enseñe. Hasta aquí has andado por esa senda y está bien; ahora ves que hay otros senderos y quizás, sólo quizás, te apetezca probar otro. La clave para emprender uno nuevo, para dejar atrás una etapa, es asimilar y tomar una perspectiva de aprendizaje en vez de juicio o reproche hacia nosotros o los demás. Trátate con suavidad, quiérete, confía en ti y en la vida, no tengas prisa, simplemente disfruta del camino.