Rocío Martín, bailarina y terapeuta corporal, nos descubre la magia y los beneficios del baile en el Día Internacional de la Danza
Dice Paulo Coelho que “cuando bailas puedes disfrutar del lujo de ser tú mismo”. Este peculiar 29 de abril, Día Internacional de la Danza, en el que vivimos confinados atravesando incertidumbres, miedos e inseguridades, ciudadanos de todo el mundo pueden dar fe del valor de la danza, de cómo les ha ayudado como válvula de escape y a la vez de conexión en estos momentos de encierro y dificultad. Muchos han podido sentir el lujo de entregarse al baile y a través de él permitirse ser uno mismo, espantando monstruos interiores y temores, disfrutando del momento, del cuerpo y del movimiento y simplemente siendo.
El baile conlleva multitud de beneficios a nivel físico, pero también psicológico y emocional. De eso sabe mucho Rocío Martín Lindo, bailarina, profesora de danza, Pilates y Técnico en Psicomotricidad Terapéutica.
Desde niña, la forma de expresión de Rocío era la danza. Inquieta y curiosa, a lo largo de su carrera profesional siempre se preguntó por qué bailaba y cómo podía mejorar su danza y con ella la danza en general.
Danzar para ser y estar
“Mientras bailaba sentí la carencia de poder expresar mis emociones -comenta-. Esta situación me hizo comenzar a buscar en mi propia forma de expresarme corporal y emocionalmente. Durante un tiempo fui paciente de diversas prácticas corporales, ya que me sentía bloqueada física y psicológicamente. Las dos técnicas corporales que me ayudaron a entender mi movimiento físico y emocional fueron y son la Kinesiologia Aplicada y la Psicomotricidad Vivenciada, ya que me ayudaron a entender por qué bailo y desde dónde puedo bailar, simplemente desde donde soy y estoy en cada momento. He aprendido a integrar estas dos practicas corporales, pero lo más importante es que puedo entender y sentir por qué bailo, qué sucede cuando danzo, qué relación existe entre mis vísceras y mi danza, cómo puedo potenciar mis capacidades y cómo voy pudiendo integrar mis limitaciones para poder avanzar en la vida de una manera mucho más segura”.
Fruto de su trabajo corporal y emocional de años es su método Osteodanza, que ha plasmado en el libro “Osteodanza. Danzar para ser y estar” (ed. La Casita de Papel).
“He aprendido la importancia de bailar posicionando mi cuerpo, desde mi apoyo corporal, pero también he aprendido lo importante que es poder tener sensaciones corporales y utilizarlas para poder expresar mis emociones… He aprendido que cuando bailas con libertad puedes encontrar tu propia creatividad, pero también a través de la danza puedes expresar emociones más negativas que pueden ayudarte en tu propio crecimiento personal”, dice Rocío.
Desde el baile se puede llegar a descubrir el cuerpo desde otro lugar, favorecer el despertar de la sensibilidad del movimiento, vivenciar las emociones, nuestro momento; en definitiva, conocerse a uno mismo… simplemente ser, simplemente estar, como invita la terapeuta corporal.
«Bailar me ofrece integridad»
Rocío Martín Lindo ha comprobado todos los beneficios de bailar desde el alma y el instante presente en su cuerpo, su cabeza y su corazón y de ahí su deseo de compartirlo desde su método: “Bailo porque bailar me ofrece integridad, me ofrece la posibilidad de sentir cada músculo, cada articulación, bailo porque cuando me caigo sigo bailando, bailo porque respiro y sobre todo porque bailar es utilizar el cuerpo como medio de expresión”.
Bailar nos ayuda a sentirnos, física y emocionalmente; a conectar con nosotros mismos y con los demás; aumentar nuestra autoestima, seguridad y energía, mejorar el estado de ánimo, prevenir el envejecimiento cerebral y soltar estrés, además de fortalecer el corazón y los huesos, disminuir la osteoporosis o mejorar la resistencia y flexibilidad.
Como decía el bailarín Hans Bos, “cuando bailo no puedo juzgar, no puedo odiar, no puedo separarme de la vida. Sólo puedo ser feliz y sentirme pletórico”.
Sí, bailar, como subraya Rocío, ofrece integridad. Difícil resistirse a tan bella invitación.