Las emociones, causa de la mayoría de las enfermedades, nacen de nuestros pensamientos y personalidad. El terapeuta Luis Ros nos explica cómo pueden llegar a gobernarnos física y emocionalmente y cómo gestionarlas a nuestro favor
Las emociones son la causa de la mayoría de las enfermedades. Éstas afectan directamente a los dos principales sistemas de comunicación de nuestro cuerpo, el sistema nervioso -con impulsos eléctricos- y el sistema endocrino -con respuestas químicas y hormonales-. El sistema nervioso se ve afectado ya que el cerebro, su órgano principal, se encarga de procesar la información que recibimos externa e internamente. Los estímulos transmitidos por los sentidos son convertidos en señales nerviosas que afectan también a las principales glándulas endocrinas, una máquina perfecta que hace que los órganos funcionen correctamente.
¿De dónde surgen las emociones? De nuestros pensamientos, que viene dictados por nuestra personalidad, estructura mental o egoica. Ésta, que se gesta desde que nacemos hasta los siete años aproximadamente, es el patrón con el que percibimos el medio donde vivimos y la imagen con la que nos reconocemos en él, generando una visión única, pero no objetiva. Se trata de una máscara que nos creamos desde niños ante las experiencias desagradables que vamos viviendo y con la que buscamos protegernos y creer así erróneamente que mantenemos el control y la seguridad.
Nuestras emociones, provocadas por nuestra percepción no objetiva del mundo, pueden debilitar el sistema inmune
Sin embargo, esta máscara es tan sólo una trampa de la mente. Ésta pretende mantener al cuerpo a salvo pero nuestras interpretaciones de supervivencia no son totalmente objetivas y acaban provocando reacciones no saludables que pueden perjudicar al cuerpo y al sistema inmune, encargado de protegernos.
Nuestras emociones generan una reacción en cadena del sistema nervioso y endocrino y nuestro sistema inmune también se ve afectado por ellas. Así, emociones como el miedo afectan principalmente a las glándulas suprarrenales, pero también a otras que regulan procesos metabólicos, digestivos y respiratorios, al sistema circulatorio y al inmune. ¿Por qué? El miedo debilita al sistema inmunológico buscando un ahorro de energía de tal manera que ésta pueda ser utilizada en respuesta de auxilio y supervivencia. En circunstancias normales una vez que pase el momento de peligro que provocó el miedo, todo vuelve a la normalidad. El problema viene cuando nos hemos identificado con alguna emoción o somos incapaces de salir de ella, sosteniéndola en el tiempo. Convertimos la percepción que tenemos de alguna situación en una amenaza vital que nos hace vivir en un estado de alarma y defensa permanente.
Muchas dolencias autoinmunes nacen de un estado de ánimo dañado por nuestras limitaciones mentales
Otras emociones como la rabia, frustración y resentimiento dañan el hígado, generando respuestas hormonales que se extenderán a otros órganos afectando a la salud. Esto también lo vemos en emociones que generan desazón o desamparo, percibido como una falta de cariño hacia nosotros mismos y que puede producir desorden en el páncreas.
Por tanto, el sistema inmune responde en función de nuestro estado emocional y anímico, que también acaba dañado al sostener emociones que nacen de falsas creencias. El estado de ánimo dañado se observa cuando no nos permitimos romper o transformar las limitaciones mentales que nos impiden ser nosotros mismos, naturales. Cada vez podemos ver más reacciones alérgicas, intolerancias alimentarias, reacciones cutáneas, artritis reumatoide y muchas otras dolencias autoinmunes que, en lo más profundo, está dando respuesta a una necesidad o defensa no comprendida conscientemente.
Nuestros principales sistemas para mantener la salud estarán en equilibrio en el momento en que nosotros también lo estemos y el cuerpo anímico pueda expresarse libremente, sin limitaciones.
Además, una actividad física continuada y una correcta alimentación con productos naturales y ricos en vitaminas y minerales, especialmente vitamina C, zinc y ácidos grasos como Omega 3, es imprescindible para un aparato digestivo sano, donde se movilizan la mayor parte de nuestras defensas y muy sensible a nuestros estados emocionales.
Escucharse, comprender el origen de nuestras emociones y aceptarlas es el primer paso para cambiar nuestra percepción
Así, para encontrar y mantener el equilibrio y bienestar físico y emocional, debemos comenzar por tener más escucha interna, aceptar nuestros sentimientos y emociones, comprender por qué están ahí y cambiar nuestra percepción, base para tomar nuevas decisiones y acciones. De esta manera, entramos en una dinámica de coherencia que nos permitirá sentirnos en paz y seguridad, confiando en la vida y en los cambios y permitiéndonos estar en continuo crecimiento y evolución.
Recuerda que todas las emociones nacen de dos extremos, el amor y el miedo. Del amor surgirán emociones de plenitud; del miedo, todas aquellas que nos limitan y estancan en un pozo oscuro del que creemos no podemos salir y que provocan la pérdida de salud y vitalidad.
Luis Ros
Naturaleza Savia destaca:
- Las emociones vienen provocadas por nuestros pensamientos y éstos a su vez nacen de nuestra personalidad. Ese carácter o máscara se forma para protegernos del mundo ante las experiencias que hemos vivido y nos da una forma de ver la vida única pero también poco objetiva.
- El miedo, por ejemplo, debilita al sistema inmunológico buscando un ahorro de energía para que ésta pueda ser utilizada en respuesta de auxilio. En circunstancias normales, cuando pasa el peligro todo vuelve a la normalidad. El problema viene cuando nos identificamos con alguna emoción o somos incapaces de salir de ella, sosteniéndola en el tiempo. Entonces, puede afectar seriamente a nuestra salud.
- Cada vez hay más dolencias autoinmunes provocadas por una necesidad no comprendida conscientemente, por emociones desbordadas y por una personalidad que se nos ha impuesto desde niños y es una trampa mental ya que no corresponde a nuestro estado natural.
- Las emociones nacen de dos extremos, el amor y el miedo. Del amor surgirán emociones de plenitud; del miedo, todas aquellas que nos limitan y estancan.