La sensibilidad es el matiz como medio para disfrutar de la vida con satisfacción
A diferencia de las organizaciones sociales ancestrales, que valoran el conocimiento profundo del entorno para su admiración y cuidado, las sociedades del conocimiento, han centrado su valor intelectual en las grandes cantidades de información y el dominio del medio.
Esta superficialidad en la relación con el entorno y la comunicación intrapersonal nos empuja cada vez más a una convivencia lejana con los demás, evitativa en cuanto a nuevas experiencias y defensiva en pro del automantenimiento en lo que hemos llamado la zona de confort. Hay una frase popular que resume este aspecto sencillamente: “Virgencita que me quede como estoy”.
Hemos construido una sociedad individualista en la que no nos hacemos responsables de nuestras vidas
En estos procesos sociales y humanos que vivimos desde hace más de un siglo, hemos construido una sociedad individualista en la que la responsabilidad de nuestra vida, nuestros actos, nuestros comportamientos o nuestro acceso a los recursos depende siempre del otro: el Estado, el Parlamento, el Presidente de la comunidad de vecinos… cualquiera que se nos ocurra para no asumir nuestra implicación directa en nuestra propia existencia.
Tenemos tan asumido que descansar es “no hacer nada” que planificamos nuestro vida desde estructuras que diferencian la actividad “obligada” como el trabajo con o sin remuneración y la actividad de ocio. Ésta es una organización externa a nuestra esencia sensible. Si somos capaces de conectar con esa esencia en todo momento, cuando queramos dedicarle más tiempo a esta conexión, nos resultará fácil y tendrá un efecto beneficioso para nuestra salud integral.
Mantenernos en un estado de consciencia sensible nos aleja del estrés, la ansiedad y la sensación de pérdida de control.
Es necesario crear espacios para conectar con nuestra esencia sensible
Es por esto por lo que se ha hecho necesario crear espacios, oficios y ampliar ofertas de autoconocimiento profundo, en los que podamos conectar con nuestra esencia sensible, abrirnos a nuestro interior y descubrir todas nuestras posibilidades, talentos, dones y habilidades escondidas.
Conectar con nuestra sensibilidad es un medio maravilloso y accesible para conocer la felicidad y la satisfacción.
Cada vez que somos capaces de disfrutar de la belleza que nos regala un pequeño instante, estamos conociendo la felicidad. Si este disfrute se convierte en un hábito, estaremos viviendo con satisfacción.
Escuchando a Matheu Ricard, “el hombre más feliz del mundo”, entrevistado en Redes hace años por Eduard Punset, entendí cómo se consigue ser feliz, «disfrutando cada día de cada instante, pues en ese momento es donde está la perseguida felicidad y cuando estos momentos se repiten y se convierten en una actitud ante la vida, entonces es cuando tu día a día te satisface».
La felicidad puede estar en un instante, la satisfacción es una constante.
Hemos venido a ser felices
Las personas, somos únicas, singulares e irrepetibles. Cada ser tiene sus propias características individuales, pero tenemos algo en común que nos brinda la posibilidad de maravillarnos: nuestros sentidos.
Cuando permites que tus sentidos se abran, sin llegar a la saturación, sino controlando ese flujo de estímulos, cada matiz, cada detalle de ese amplio abanico de sensaciones que interpreta tu mente, es un regalo para tu disfrute.
A eso vinimos aquí, ¿verdad? A ser felices.
Nuestro cerebro se mueve en un sistema binario produciendo millones, trillones, cuatrillones de conexiones eléctricas que determinan la decisión del momento: muevo el dedo pulgar izquierdo, giro el glóbulo ocular a la derecha, abro la boca para emitir un sonido, etc. ¡No para de trabajar para cumplir con todas tus funciones!
Tampoco podemos dejar de tener en cuenta al sistema nervioso: acumula estímulos de todos los sentidos y los va acumulando a la entrada del parking, sin seleccionarlos, ordenarlos y almacenarlos, así que, se van convirtiendo en toxinas que impiden el flujo de entrada y salida por lo que eliminarlas será un gran gasto de energía.
La importancia de practicar la atención plena
Permitir que nuestros sentidos se conecten a la vez en ese pequeño infinito del detalle, limpia nuestro pensamiento, nos carga de energía positiva con su belleza. Nos hace un poquito más felices.
En esa atención plena al instante y sus matices, tu atención se centra durante más tiempo en un solo estímulo y este hecho es el que te proporciona paz y descanso. Es como si estuvieras haciendo un largo paseo y, de repente, en medio del camino, cuando casi estás al borde del agotamiento, un banco de madera bajo un gran árbol te espera para reposar mientras contemplas el paisaje.
¿Has probado a pararte frente a un árbol y observar cómo se mueven sus hojas con el viento? A mí me fascinan los chopos. Su sonido de campanillas al moverse con el viento, las chispitas plateadas de luz que aparecen cuando los rayos del sol chocan con el envés de sus hojas plateadas…
Es el momento, busca tu árbol y conecta con tu esencia sensible admirando su magnificencia.
Mar Bustos
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Naturaleza Savia destaca:
- La superficialidad en la relación con el entorno y la comunicación intrapersonal nos empuja cada vez más a una convivencia lejana con los demás en pro de la zona de confort.
- Mantenernos en un estado de consciencia sensible nos aleja del estrés, la ansiedad y la sensación de pérdida de control.
- Conectar con nuestra sensibilidad es un medio maravilloso y accesible para conocer la felicidad y la satisfacción. Cada vez que somos capaces de disfrutar de la belleza que nos regala un pequeño instante, estamos conociendo la felicidad. Si este disfrute se convierte en un hábito, estaremos viviendo con satisfacción.