En pleno siglo XXI y con una pandemia por Covid 19 se hace patente la necesidad de aprender, recordar, practicar y enseñar la gestión de las emociones
Somos, primero, seres emocionales y después racionales. Cuando nos paramos a mirar con un poco de detenimiento todo aquello que hacemos en nuestro día a día, podemos observar que nuestras emociones están siempre presentes y que las decisiones que tomamos en su mayoría están influenciadas y condicionadas por esas emociones.
Pasos para no dejarme arrastrar por las emociones
¿Qué puedo hacer para darme cuenta de que mucho de lo que hago me afecta de una manera poco positiva?
Aprender a parar, tomar conciencia, identificar la emoción, hacer una buena lectura de la misma (esa emoción ha surgido por algo), gestionarla y tomar la decisión desde un lugar neutral.
Cuando comienzo a reconocer las conductas que realizo, las emociones que acompañan a estas acciones y empiezo a regularlas desde la toma de conciencia, puedo identificar conductas dominadas por emociones no gestionadas en los demás y, desde esa observación, decidir qué tipo de relaciones quiero fomentar y crear de una manera saludable para ambas partes y cuáles no me interesan. De esa forma, puedo relacionarme desde la neutralidad sin caer en “juegos” o conductas tóxicas de otras personas.
Visto esto, se hace “imprescindible” aprender a gestionar las emociones, primero para nuestra propia serenidad y después para establecer relaciones saludables con el entorno.
Parar para observarnos y darnos cuenta
Cuando paro y observo mi comportamiento, puedo darme cuenta de cómo actúo cuando tengo miedo: tal vez me paralizo y no hago nada o tal vez huyo sin una meta u objetivo para terminar llegando a ningún sitio.
Puede ser que me deje dominar por el enfado y digo y hago cosas de las cuáles después me arrepiento.
O dejo que la tristeza me baje la energía y no hago nada para poder gestionar el cambio, así que no cambio.
Y podría seguir con cada emoción.
Creo, tal vez, que me conozco (y sin duda así es) pues es lo que creo; ahora, si me preguntas cuál es la diferencia entre la decepción, la frustración, el enojo o el bloqueo, tal vez, y digo, tal vez, no sepa diferenciarlo.
O cuando me encuentro en una situación estresante, rayando la ansiedad, donde me estoy sintiendo víctima (porque ¿quién no es víctima en este momento?). Además, tengo muy claro quiénes son los culpables de todo y los desprecio.
Consecuencias emocionales y físicas
Y si encima me dejo dominar por los pensamientos de todo tipo, pero fundamentalmente de UNO en concreto: los negativos, pesimistas (a los que por supuesto llamo realistas) y comienzo a enredarme en preocupaciones, angustias, duelos no resueltos…
Si le añadimos que la no gestión puede hacer que mi sistema inmune se vea afectado porque tiene que lidiar con el equilibrio u homeostasis del cuerpo para equilibrar toda la avalancha de hormonas y neurotransmisores que estoy produciendo…
… En fin, ¿dónde dices que puedo aprender a gestionar todo esto?
Desde la Escuela de Inteligencia te ofrecemos dos talleres gratuitos para aprender a gestionar las emociones:
INTELIGENCIA EMOCIONAL Jueves 19 de 20 a 22 h o sábado 21 de 9 h a 11 h.
AUTOGESTIÓN, ANSIEDAD Y RESPONSABILIDAD COVID 19 Jueves 26 de 20 a 22 o sábado 28 de 18 a 20 h.
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Javier Mañero
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Naturaleza Savia destaca:
- Nos dejamos arrastrar por las emociones sin darnos cuenta, lo que afecta negativamente a nuestro bienestar y equilibrio; a nuestras relaciones sociales e incluso a nuestro sistema inmune.
- Debemos aprender a parar, tomar conciencia, identificar la emoción, hacer una buena lectura de la misma (esa emoción ha surgido por algo), gestionarla y tomar la decisión desde un lugar neutral.
- Cuando comienzo a reconocer las conductas que realizo, las emociones que acompañan a estas acciones y empiezo a regularlas desde la toma de conciencia, puedo identificar conductas dominadas por emociones no gestionadas en los demás y, desde esa observación, decidir qué tipo de relaciones quiero.