Es fuente de salud, cultura y tradición, Patrimonio de la Humanidad, estilo de vida y práctica social
¿Sabías que lo que conocemos como dieta mediterránea se originó en una franja de tierra que se conoce como la “cuna de la civilización” y que no es otra que la cuenca del Mar Mediterráneo? Esta zona fue el origen de diversas civilizaciones con inmensas aportaciones culturales y una de las más importantes no es ni más ni menos que la Dieta Mediterránea, rica en alimentos de cercanía y de temporada, abundante en productos de origen vegetal y con valiosas recetas tradicionales.
Esta cultura milenaria recoge una forma ideal de alimentarse y también un estilo de vida completo, propio de los países de la zona mediterránea, como es el caso de Chipre, Croacia, Grecia, España, Francia, Marruecos y Portugal.
Este valor llevó a la UNESCO a declararla Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad en el año 2010. La iniciativa de presentar la candidatura de la Dieta Mediterránea surgió en España, fruto de la colaboración entre la Fundación Dieta Mediterránea y la Administración del Estado.
La Dieta Mediterránea es una práctica social basada en el conjunto de las habilidades, los conocimientos y las tradiciones que van desde el paisaje a la mesa, así es cómo la propia UNESCO define a este patrón de alimentación y de estilo de vida como un elemento cultural que propicia la interacción social.
Cuando hablamos de la sana Dieta Mediterránea nos estamos refiriendo a un conjunto de tradiciones, conocimientos y competencias relacionadas con las tecnologías culinarias y conservación de los alimentos, con el cultivo de cosechas, con las técnicas de pesca y de cría de animales, con la transformación de alimentos (leche en queso, por ejemplo), con la elaboración de menaje para la cocina y para el transporte de alimentos, entre otros muchos aspectos que componen este rico patrimonio.
Comer es fortalecimiento de lazos familiares, de intercambio social
Y es que comer es mucho más que simplemente ingerir alimentos, es un acto social y hacerlo en compañía es precisamente una de las principales características de las poblaciones de la zona mediterránea y permite la continuidad cultural de nuestras costumbres y tradiciones. Es momento de fortalecimiento de los lazos familiares, de intercambio social y de estrechar los vínculos con nuestra comunidad, puesto que justamente en las fiestas es habitual que se consuman platos típicos locales y que, además, se haga compartiendo mesa con las personas que nos rodean.
Al calor de la Dieta Mediterránea se han originado recetas, canciones, mitos, refranes y cuentos. Todo ello, unido a una sensibilidad por el respeto al medio ambiente y el cuidado de la biodiversidad. En la transmisión de esta cultura, la mujer ha jugado a lo largo de la historia un papel fundamental, preservando las recetas tradicionales de generación en generación, cuidando los ritmos estacionales y salvaguardando las técnicas culinarias. Los mercados locales también han tenido históricamente un papel fundamental en la preservación de la tradición mediterránea. Han sido y son mucho más que un lugar de venta de alimentos, son, en realidad, lugares donde se conserva nuestra Dieta Mediterránea desde un punto de vista cultural y también como un espacio de intercambio.
Priorizar el consumo de alimentos reales y minimizar el de ultraprocesados
La forma más recomendable de lograr el bienestar con un buen estado nutricional es apostar por priorizar el consumo de alimentos reales en nuestra dieta y minimizar el de ultraprocesados sin que podamos hablar de un producto concreto que sea capaz de aportar el total de nutrientes esenciales (y otros no esenciales pero muy importantes) que requiere nuestro organismo para su equilibrio. Al ingerir diferentes grupos de alimentos obtenemos nutrientes con funciones específicas en nuestro organismo y ello tiene un impacto positivo en nuestra salud.
La dieta mediterránea, natural y saludable, es rica en verduras, frutas, cereales, legumbres y aceite de oliva pero incorpora, además, una cantidad moderada de alimentos de origen animal.
Todo ello, necesariamente, debe ir unido a una correcta hidratación, dando prioridad al agua. Yo no soy un defensor del alcohol, si se tiene sed se debe beber agua; pero si de tradición mediterránea hablamos no citar a bebidas fermentadas como cerveza, vino, cava o sidra es irreal. Obviamente son una opción (en adultos sanos y mujeres no embarazadas y de forma moderada) para el disfrute (quien así lo considera) no para quitar la sed o hidratarse.
También es esencial mantener un descanso adecuado, una vida activa y unas relaciones sociales saludables, ya que todo ello también contribuye a prevenir enfermedades crónicas y a mantener la calidad de vida.
Dr. Ramón de Cangas
Naturaleza Savia destaca:
- La Dieta Mediterránea, una cultura milenaria que recoge una forma ideal de alimentarse y un estilo de vida completo, es Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
- Rica en alimentos de cercanía y de temporada, implica también tradición, un acto social, cuidado del medio ambiente y biodiversidad.
- Además del consumo abundante de verduras, frutas, cereales, legumbres y aceite de oliva, una vida sana se asienta también sobre los pilares de la hidratación, el descanso, las relaciones sociales saludables y la vida activa.