Uno de los grandes errores de la comunicación es atender más a los pensamientos que nos pasan por la cabeza que a nuestro interlocutor
A la hora de comunicarnos, uno de los mayores obstáculos con los que nos encontramos, y que parten de nosotros mismos, son las presuposiciones, todos esos juicios que hacemos antes de tener certeza de algo.
Damos por hecho muchas cosas por parte de nuestro interlocutor que, en realidad, sólo están en nuestro interior. Ésta es la fuente de muchos de los malentendidos que tenemos.
Un antídoto eficaz es preguntar, escuchar y utilizar la empatía
Guillermo Ballenato, en su libro “Comunicación Eficaz” (ed. Pirámide), lo explica así:
“Un error que cometemos con cierta frecuencia consiste en dar por cierto aquello que está por verificar, que puede resultar aparente, que se presupone que es así. Cuando nos comunicamos partimos de muchos supuestos, pero con frecuencia no nos ocupamos de contrastarlos. A veces damos por hecho que nuestro interlocutor habla nuestro idioma, entiende nuestro vocabulario, sabe de lo que hablamos, dispone de cierta información previa y conoce los antecedentes.
Un eficaz antídoto viene de la mano del feedback; podemos preguntar, escuchar y utilizar la empatía”.
Y es que saber escuchar es la gran clave de la comunicación. Si «oímos» las palabras de nuestro interlocutor, pero no escuchamos mucho más allá de los mil y un pensamientos que andan bailando en nuestra cabeza, difícilmente podremos mantener un diálogo sano.
Presencia y respeto hacia nuestro interlocutor
Saber escuchar implica ir más allá de las palabras de nuestro interlocutor; significa estar en el momento presente atendiéndole y mostrando interés por saber lo que quiere transmitir desde una actitud respetuosa. Como decía Balzac, “no escuchar al que nos habla, no sólo es falta de cortesía, sino también de menosprecio. Atiende siempre al que te hable; en el trato social nada hay tan productivo como la limosna de la atención”.
Saber escuchar es una virtud llena de ventajas porque escuchar bien enseña a hablar bien. Las comunicaciones se hacen más efectivas, se evitan problemas de comunicación, malentendidos y situaciones conflictivas, facilita las relaciones laborales y personales, se aprende mucho y se descubre un nuevo mundo lleno de matices.
Naturaleza Savia destaca:
- Si «oímos» las palabras de nuestro interlocutor, pero no escuchamos mucho más allá de los mil y un pensamientos que andan bailando en nuestra cabeza, difícilmente podremos mantener un diálogo sano.
- Saber escuchar implica ir más allá de las palabras de nuestro interlocutor; significa estar en el momento presente atendiéndole y mostrando interés por saber lo que quiere transmitir desde una actitud respetuosa.