Nos hemos acostumbrado a mostrar nuestra disconformidad, nuestras quejas, a ser críticos sobre todo con nosotros mismos y hemos olvidado las palabras dulces, de aliento, de enhorabuena, de aprobación
En demasiadas ocasiones somos nuestros peores enemigos. ¿Te has parado a escucharte alguna vez?, ¿tus palabras te alientan o son ofensivas?, ¿son prácticas o ineficaces? ¿Qué te dices cada mañana cuando te levantas? ¿Qué te dices cuando algo sale mal? ¿Qué te dices cuando salen tus inseguridades?
Nuestro subconsciente no hace juicios y acepta todo lo que le decimos, escucha y traga, no distingue entre un “estoy tonto” o un “no valgo para nada”, nos reafirma en lo bueno y en lo malo; por eso es tan importante la calidad de los que nos decimos.
Crear un lenguaje positivo nos permite ser más optimistas y llenarnos de energía sin dejar de hacer frente a los problemas
El lenguaje negativo resta energía y prolonga en el tiempo el sentirse mal. No es cuestión de obviar las cosas negativas que vivamos, pero sí de crear un lenguaje positivo que nos permita ser más optimistas y llenarnos de energía; hacer frente a los problemas y disfrutar también de todo lo bueno que nos ocurra.
Aquí os compartimos unas ideas sencillas para empezar a aplicar ya:
- Cambia las preguntas a afirmaciones. Sustituye el «¿puedo expresar esto que siento?» por «quiero expresar lo que siento». De esta manera, asumes tu responsabilidad y pasas de una postura pasiva, dependiente del otro, a la acción. Date permiso a ti mismo, no esperes la autorización del otro.
- Evita la palabra «pero«. Es el borrador universal. Todo lo que hayas dicho delante de un «pero» se borra de nuestra mente de manera instantánea. Piensa cualquier ejemplo: «Me ha gustado mucho, pero podría haber estado mejor». ¿Con qué te quedas? ¿»Con el me ha gustado mucho» o «con el podría haber estado mejor»? Sustituye «pero» por «y», «en vez de» o «además», según el contexto.
- Reduce el «no«. El concepto «no» sólo se entiende en un contexto, junto a la palabra que acompaña. Si yo te digo: «No pienses en un limón, que te dará sed», ¿en qué estás pensando? De la misma manera si te dices «no quiero estar enfermo», el subconsciente retiene el verbo «estar enfermo». Dile: «Quiero sentirme bien, estar sano, irradiar salud». -Borra de tu vocabulario el «no puedo». Con ello te estás dando permiso para ser derrotista o, lo que es peor, abriendo una puerta a tus pensamientos negativos para invadir tu autoestima. En estos casos habla en pasado -«no podía»- o añádele un «aún»: «Aún no puedo». De este modo liberarás el presente de limitaciones impuestas por ti mismo.
El victimismo no ayuda
- Deja a un lado el lenguaje victimista de «ha sido un día aciago» o «estoy hundido». No te vayas a los extremos y te permitas caer. Levántate y di «mi día no ha sido como me hubiese gustado».
- Utiliza «cuando» en vez de «si». «Si» limita, «cuando» te da opción de tiempo. Por ejemplo, en vez de decir «si voy a buscarte, te lo llevaré», di «cuando vaya a buscarte, te lo llevaré».
- Olvídate de «intentar«. Cuando uno «intenta» se está dando permiso para no hacerlo -«voy a intentar sacarme esa asignatura»-. No intentes, hazlo, tomas las riendas y responsabilidades y actúa. Igualmente no utilices «espero superarlo» sino «sé que voy a superarlo».
- «Tengo que» es una obligación, sustitúyelo por «quiero«. Prueba a decirte «quiero terminar este trabajo» en vez de «tengo que terminar este trabajo». Te da energía para acometer la acción de forma positiva y efectiva.
La vida no es lo que se supone que debe ser. Es lo que es. La forma de lidiar con esto es lo que hace la diferencia
- Dile adiós al «debería«. Como dice Virginia Satir, «la vida no es lo que se supone que debe ser. Es lo que es. La forma de lidiar con esto es lo que hace la diferencia».
- Recupera el lenguaje olvidado, enriquécelo. Nos hemos acostumbrado a la generalidad «estoy bien» o «estuvo bien» y hemos dejado a un lado los «muy bien», «estupendo», «fabuloso»…
- Sin condicionales, mucho mejor. Opta por «voy a hacer esto» en vez de «debería hacer esto» o «necesitaría hacer esto». Cuando empleas un condicional, estás eludiendo responsabilidades y el compromiso contigo mismo.
Naturaleza Savia destaca:
- En demasiadas ocasiones somos nuestros peores enemigos. ¿Te has parado a escucharte alguna vez?, ¿tus palabras te alientan o son ofensivas?, ¿son prácticas o ineficaces? ¿Qué te dices cada mañana cuando te levantas? ¿Qué te dices cuando algo sale mal? ¿Qué te dices cuando salen tus inseguridades?
- Nuestro subconsciente no hace juicios y acepta todo lo que le decimos, escucha y traga, no distingue entre un “estoy tonto” o un “no valgo para nada”, nos reafirma en lo bueno y en lo malo; por eso es tan importante la calidad de los que nos decimos.
- El lenguaje negativo resta energía y prolonga en el tiempo el sentirse mal. No es cuestión de obviar las cosas negativas que vivamos, pero sí de crear un lenguaje positivo que nos permita ser más optimistas y llenarnos de energía; hacer frente a los problemas y disfrutar también de todo lo bueno que nos ocurra.