Nuestro principal miedo es ser nosotros mismos, vernos como somos, con nuestros éxitos y fracasos. Protegidos bajo una coraza de falsa seguridad, dejamos de vivir para ser vividos
A los miedos les encanta robar sueños, al corazón cumplirlos; los miedos no son más que ausencia de amor por nosotros mismos, porque vivimos bajo una coraza, aferrados a no sabemos qué, evitando actuar, temiendo perder el control de la situación.
Lo trágico es que, llegados a este punto, es cuando la situación está más perdida que nunca porque quizá controlemos nuestros minutos, nuestras acciones y las palabras que decimos pero nuestro yo más profundo nos está gritando angustiado avisándonos de que hay algo que no va bien; eso deja un regusto amargo que nos acompaña en nuestro día a día, por mucho que creamos tenerlo controlado. Tenemos controlado todo menos a nosotros mismos.
Los miedos y el supuesto control matan la espontaneidad, la intuición, la autenticidad, el ser y el sentir
Con miedo vivimos aferrados al tengo que, al no perder, al «cuando eso cambie todo me irá mejor», a las falsas expectativas; a las suposiciones, que tantas experiencias enriquecedoras nos hacen perder.
Todo eso no lleva más que a la frustración, porque no vemos las cosas como son sino como creemos que son. Desde esa visión nunca vamos a verlas con una mirada abierta. Ante esto nos podemos plantear: ¿cambiar de vida o cambiar yo?
Conocer las creencias que nos limitan y nos hacen ver la vida con demasiados filtros nos ayudará a ampliar la mirada, pero el conocimiento sólo se produce con la experiencia, así es como aprendemos a conocernos mejor. Sin embargo, si nos aferramos a nuestro poste, no hay experiencia ni conocimiento, y si nos movemos es para abajo, para hundirnos.
Trascender el miedo a ser nosotros mismos pasa por el amor a uno mismo
Nuestro principal miedo es ser nosotros mismos y trascenderlo pasa de nuevo por el amor, por quererse a uno mismo, lo que significa vernos tal como somos, con nuestros éxitos y fracasos; sólo así no daremos permiso para estar bien con nosotros mismos.
Cuando vivimos en nuestro centro descubrimos también el centro de los demás, fundamentales para servirnos de espejo para esos lugares del alma recónditos a los que es difícil acceder. Recuerda que las lágrimas más amargas son las palabras que salen del corazón y no se comparten.
Cuanto más miedo hay, más miedo atenaza y cuanto más nos abrimos, más descubrimos que no pasa nada por mostrarnos como somos. Mejor actuar que ver pasar la vida.
Mark Twain tenía mucha razón: «Dentro de veinte años, estarás más decepcionado por lo que no hiciste que por lo que hiciste. Así que explora, sueña y descubre».
¿Cuáles son esos miedos que te impiden ser tú? ¿De dónde te surgen? ¿Qué te dicen?
Naturaleza Savia destaca:
- Vivimos bajo una coraza, aferrados a no sabemos qué, evitando actuar, temiendo perder el control de la situación.
- Conocer las creencias que nos limitan y nos hacen ver la vida con demasiados filtros nos ayudará a ampliar la mirada, pero el conocimiento sólo se produce con la experiencia, así es como aprendemos a conocernos mejor. Si nos aferramos a nuestro poste, no hay experiencia ni conocimiento.
- Nuestro principal miedo es ser nosotros mismos y trascenderlo pasa por el amor, por quererse a uno mismo, lo que significa vernos tal como somos, con nuestros éxitos y fracasos; sólo así no daremos permiso para estar bien con nosotros mismos.