Después de un año de pandemia, es momento más que nunca de fortalecer nuestra resiliencia y renacer en un nuevo medio y con nuevas condiciones
Ya hace un año que vivimos en una situación en la que nuestras vidas se ven condicionadas por una pandemia que, a parte de los riesgos de salud, se ve afectada por unas medidas que minan nuestra interacción en las relaciones sociales. Éstas han modificado la manera de vivir el ocio, la cultura y la familia, cambiando nuestro comportamiento natural y exigiéndonos fortalecer nuestra resiliencia para no caer en la oscuridad del desánimo, la incertidumbre, la apatía y la depresión.
Nos hemos visto inmersos en un invierno profundo, no solo en términos estacionales, sino también en términos personales. Esto nos ha obligado a un recogimiento hacia nuestro interior y a tomar contacto con todo aquello que permanecía oculto y que habíamos obviado para hacer más llevadera nuestra vida sin tener contacto con ello, como defendernos ante el dolor; ahora, irremediablemente, no podemos evitarlo, forzándonos a tomar conciencia de ello. Pero no debemos verlo como un aspecto negativo derivado de esta situación, más bien, como una oportunidad para sanar nuestras heridas y, de esta forma, transformarnos para tener un mayor conocimiento propio que nos puede llevar a germinar y florecer de nuevo desde una perspectiva distinta.
Tenemos una nueva oportunidad para renacer y vivir plenamente en un nuevo medio
La naturaleza debemos servirnos de espejo. En esta recién llegada primavera podemos observar cómo la naturaleza en su máxima expresión se renueva y florece proporcionando nuevas tonalidades, nuevos aromas y nueva vida en los diferentes reinos que la componen; regenera y da más brillantez al alma y al espíritu que los alberga, otorgándonos una nueva oportunidad para renacer y vivir plenamente en un nuevo medio y con nuevas condiciones. ¿Cómo? Abandonando lo viejo y encontrando nuevos caminos de esplendor que nos revitalicen y nos devuelva la alegría de vivir y gozar de todo lo que somos y lo que nos rodea para seguir evolucionando y creciendo como seres humanos.
Escuchemos nuestros auténticos anhelos y los impulsos de vida que estaban acallados por nuestras heridas y distracciones y tomemos un nuevo rumbo que nos conecte con nuestra esencialidad y con el afán de darnos y dar al mundo de formas diferentes a las que estábamos habituados nuestra alegría y nuestro bienestar. Aprendamos a confiar en la sustancia que sostiene nuestra vida y que siguiendo sus ritmos naturales siempre nos permitirá seguir avanzando y renovándonos a pesar de las inclemencias que podamos encontrar en el transcurso de nuestro camino.
La tristeza y la ansiedad sólo nos hacen luchar contra nosotros mismos
Esta primavera es momento de conectar con la vida, redescubrir el lugar donde residimos, crear nuevas relaciones con personas cercanas o utilizar las nuevas tecnologías para seguir en contacto con familiares y amigos que se encuentren en otra provincia o estado. De una forma u otra podemos seguir conociéndolas y compartiendo con ellas nuestras inquietudes y aficiones, sentirnos más arraigados con nuestro territorio y descubrir lugares que habíamos dejado de lado viajando a otros países o parajes más distantes.
Contacta con tu cuerpo, practicando el ejercicio o deportes que te guste y puedas disfrutar a pesar de que deba ser en interiores, revitalizándote y fortaleciéndote tanto física como psicológicamente, dejando atrás la tristeza y la ansiedad, que solo nos hace luchar contra nosotros mismos y nos impide abandonar el temor y la desilusión.
Pongamos el foco en aquello que realmente está en nuestra mano para cambiar lo que consideremos de nuestra realidad, transformándola en un jardín repleto de belleza y frescura con que alimentar nuestros sentidos y nuestro corazón, con plena confianza de que saldremos reforzados y maduros para que el mundo y la sociedad se enriquezca y aprenda a valorar lo importante: el amor a pesar de las circunstancias, la honestidad con nosotros y con los demás, así como la salud y la alegría que deberían constituir la máxima expresión del bienestar social e individual.
Luis Ros
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Naturaleza Savia destaca:
- Con la pandemia, nos hemos visto inmersos en un invierno profundo, no solo en términos estacionales, sino también en personales. Pero no debemos verlo como un aspecto negativo derivado de esta situación, más bien, como una oportunidad para sanar nuestras heridas y florecer de nuevo desde una perspectiva distinta.
- Como la recién estrenada primavera, toca abandonar lo viejo y encontrar nuevos caminos de esplendor que nos revitalicen y nos devuelva la alegría de vivir y gozar de todo lo que somos y lo que nos rodea para seguir evolucionando y creciendo como seres humanos. Es momento de conectar con la vida.
- Pongamos el foco en aquello que realmente está en nuestra mano para cambiar lo que consideremos de nuestra realidad, transformándola en un jardín repleto de belleza y frescura con que alimentar nuestros sentidos y nuestro corazón, con plena confianza de que saldremos reforzados para que la sociedad se enriquezca y aprenda a valorar lo importante: el amor a pesar de las circunstancias, la honestidad con nosotros y con los demás, así como la salud y la alegría que deberían constituir la máxima expresión del bienestar social e individual.