Giovanni Schiantarelli, piloto, nos invita a alzar el vuelo y nos transmite la multitud de sensaciones y emociones que se sienten a unos metros del suelo. Feliz experiencia
Uno de los sueños más grandes para el hombre ha sido, sin duda, volar.
Surcar el cielo envolvente de nuestro hábitat, por encima de la gente, por encima de colinas y montañas, más allá del horizonte conocido, saber lo que hay más allá de donde alcanza la vista ha sido un reto que, particularmente, he podido enfrentar.
Desde que comencé mi instrucción en un aeródromo en la vecindad de Madrid, he disfrutado de cada segundo en el que estaba a más de un palmo del suelo.
Nada comparado con el aislamiento que se siente cuando emprendes el vuelo
Alejarse de los problemas mundanos, como a veces hacemos aislándonos lejos de la ciudad, está bien, pero nada comparado con el aislamiento que se siente cuando emprendes el vuelo y te sumerges en un cielo azul, sosegado y en calma; cuando quieres meditar tus cosas y verlas de diferente manera y encontrar la solución a esos problemas agobiantes que, de otra manera, no habría sido tan fácil encontrar.
Luego, con el paso del tiempo, te enfrentas a la naturaleza viva, ya profesionalmente, cuando tienes que cumplir tu misión de transportar enseres y pasajeros de una parte a la otra del país, del continente, del mundo.
Tienes que luchar metido en una tormenta con el viento, la lluvia, el granizo, el hielo, los rayos, los truenos, la falta de visibilidad, otros aviones, otros problemas mas acuciantes, pero, en muy poco tiempo, la pasión que genera este tipo de actividad hace que te acostumbres y se convierta en parte de ti, llegando a echarla mucho de menos cuando no la tienes.
Aun siendo un intruso, formas parte de ese equilibrio de la poderosa naturaleza
En esas ocasiones he podido experimentar que, aun siendo un punto diminuto, minúsculo en un cielo tan inmenso, enfrentando el gran poder que tiene la naturaleza, me he sentido privilegiado por poder estar allí y que se me permitiera estar allí. He comprobado también que, aun siendo un intruso, formas parte de ese equilibrio, a veces incomprensible, con esa fuerza destructora y a la vez sorprendente.
Cuando estás ahí arriba hay un alto sentido de la responsabilidad. Te haces cargo de tener que llevar un aparato más pesado que el aire, debes saber todas las normas implementadas, eres el único que tomará las decisiones -que han de ser correctas en todo momento-, eres responsable de una tripulación sin la que tu trabajo no se podría desarrollar en absoluto y que también disfruta de la misma pasión -dando el mejor servicio y apoyándote en todo lo que haga falta-, surgen situaciones peligrosas… a todo esto hay que hacer frente con la mente muy bien ordenada.
Lejos del mundo comercial de la aviación, poder volar es puro placer
Desde el momento en que llegas a firmas, el primer paso del meticuloso camino antes de sentarte como piloto, hasta que concluye tu cometido en el aeropuerto de destino, te enfrentas a multitud de decisiones importantes, acontecimientos inesperados que necesitan de toda tu experiencia para ser solventados con celeridad y seguridad, evitar conflictos, ejercer de intermediario para la buena andadura de tu compañía, llevar a cabo tu trabajo de la manera más seria, profesional y responsable, sabiendo en todo momento que esa carga apoya directamente sobre tus hombros.
Lejos del mundo comercial de la aviación, donde las experiencias alcanzan límites insospechados, en todos los sentidos, también está el poder volar por puro placer:
- Placer para el cuerpo, sometido a las fuerzas físicas de la aerodinámica.
- Placer anímico, reflejado en esa sonrisa que se te queda después de venir de volar sin saber explicar claramente por qué sonríes.
- Placer racional, de saber que puedes manejar una máquina voladora y que eres conocedor de todos sus entresijos.
- Placer espiritual, que te llena el alma y el corazón de emociones que pocos sienten y que te hacen sentir elevado hacia algo o alguien muy por encima de ti y de la humanidad.
Hay mucho, mucho más, pero esas sensaciones y vivencias tendrán que descubrirlas cada uno de ustedes si algún día tienen la oportunidad, aunque sólo sea una vez en la vida, de levantar el vuelo y alejarse del mundanal ruido.
Giovanni Schiantarelli
Piloto de Transporte de Línea Aérea
Instructor de Vuelo Deportivo y Comercial
Naturaleza Savia destaca:
- Uno de los sueños más grandes para el hombre ha sido, sin duda, volar. Poder experimentarlo es un auténtico privilegio.
- He podido experimentar que, aun siendo un intruso, formas parte de ese equilibrio, a veces incomprensible, con esa fuerza destructora y a la vez sorprendente.
- Lejos del mundo comercial de la aviación, donde las experiencias alcanzan límites insospechados, en todos los sentidos, también está el poder volar por puro placer: placer por el cuerpo, placer anínimo, placer racional y placer espiritual. Si alguna vez tienen oportunidad, les invito a alzar el vuelo y descubrir un mundo fascinante.