El confinamiento ha roto el delicado equilibrio de muchas familias. Cómo volver a restablecerlo con una sólidas bases este verano
Desde que nacemos, nuestra vida se va ordenando en función de lo que nos transmiten y enseñan, de cómo cada etapa nos exige unas obligaciones y finalmente de cómo nosotros integramos y priorizamos todo ello. La frase “observa cómo es el niño y sabrás cómo son los padres” viene un poco marcada por todas estas creencias que hemos ido integrando en nuestro ser como manera de funcionar. A todo ello tenemos que sumar todos los inputs externos: noticias, TV, juegos online, relaciones, vínculos, actividad laboral, exposición de nuestra vida en las redes sociales y vivir la vida de los demás a través de ellas… en condiciones normales podríamos decir que esto influye en ese contacto y comunicación cotidiana dentro de casa.
Hace cuatro meses la vida nos paró en seco y nos dijo ahora sí, ahora hay que convivir 24/7. Observando esta nueva realidad, tanto nuestra, como de gente cercana, vemos que de repente nos privaron de libertad y fuimos obligados a convivir y gestionar esto. Muchos han descubierto que las relaciones a distancias son viables y que gracias a la tecnología todo es más cercano por lejano que sea.
También hemos visto la otra cara de la moneda, que la interacción en la familia era más individual que otra cosa, y que todo ello ha dificultado el poder funcionar como grupo. Lo que antes era vernos para desayunar y cenar y el fin de semana nos vamos fuera o salimos a pasear se ha convertido en vernos a todas horas y el ocio es conjunto. Hemos tenido que aprender a dejar de vivir fuera para vivir dentro.
Hemos de tener la capacidad de escuchar lo que nos gusta y lo que no nos gusta y quedarnos con ello, no con lo que creemos que nos han querido decir
Creo que es fundamental para que esto funcione que tengamos muy claro dos premisas: escuchar y respetar. Escuchar con todos los sentidos cómo decimos las cosas y cómo transmitimos; es decir, con coherencia, con amor, sinceridad, honestidad… Y, por otro lado, respetar, porque muchas veces, lo que a uno le dicen tiende a verlo como una crítica o ataque y lo enjuicia desde su perspectiva. Esto sería bueno aplicarlo a todas las relaciones y a todas las situaciones. Hemos de tener la capacidad de escuchar lo que nos gusta y lo que no nos gusta y quedarnos con ello, no con lo que creemos que nos han querido decir.
Otra premisa importante a tener en cuenta es que, como avanzaba, venimos marcados por patrones familiares y los tomamos como válidos y únicos, pero cuando creamos nuestra familia estos patrones ya no son del todo válidos, pues la otra parte lleva incorporados los suyos.
Venimos de familias diferentes, de formas de funcionar diferentes y a veces de culturas diferentes y hemos de ser capaces, gracias a la escucha y al respeto, de crear la mejor manera y más natural de funcionar como familia que somos. Hemos de aprender a respetar que nuestros hijos van a tener criterio propio y que lo pueden exponer desde el respeto y con confianza. Si en casa uno no puede decir lo que piensa y siente, ¿dónde lo podrá decir? Puede recurrir a un profesional, pero ha de poder comunicar en ese espacio familiar.
No somos quién para cambiar a nadie y lo que hemos de procurar es respetar y hacernos respetar desde el amor más profundo
Esta manera de funcionar puede no encajar en la familia de origen, pues a su criterio la forma de funcionar no es válida, justamente porque se han quedado en los patrones incorporados como valores absolutos y no han ido un paso más allá. Pero esto no impide que podamos disfrutar de ella, pues hemos de tener la capacidad de sentir que son nuestro origen y que gracias a ellos nosotros hemos nacido, crecido y evolucionado formando nuestro grupo familiar y desde este agradecimiento y amor hacia nuestros padres, suegros, abuelos y tíos hemos de poder disfrutar de la posibilidad de pasar unos días juntos, que no somos quién para cambiar a nadie y lo que hemos de procurar es respetar y hacernos respetar desde el amor más profundo para poder disfrutar de esta vivencia.
Esto no siempre puede llevarse a cabo, justamente porque algunas veces podemos estar más sensibles o venir de situaciones conflictivas o, como ahora, porque venimos de un confinamiento y podemos estar más movidos emocionalmente, con pérdida de equilibrio y bienestar. Respetemos también qué nos hace bien en este momento y cuál es la mejor manera de pasar este verano atípico. Porque lo más importante es el amor que tenemos y sentimos para con nosotros mismos y los demás.
Disfrutar de cada momento, de cada día, de las vacaciones… de la vida depende de querer hacerlo.
Felices vacaciones a todos desde el más profundo amor, respeto, cariño y ganas de.
Ester Echeverría
Naturaleza Savia destaca:
- Para sentar las bases del equilibrio familiar es fundamental escuchar con todos los sentidos cómo decimos las cosas y cómo transmitimos; es decir, con coherencia, con amor, sinceridad, honestidad… Y, por otro lado, respetar.
- Si en casa uno no puede decir lo que piensa y siente, ¿dónde lo podrá decir? Puede recurrir a un profesional, pero ha de poder comunicar en ese espacio familiar.
- Respetemos también qué nos hace bien en este momento y cuál es la mejor manera de pasar este verano atípico. Porque lo más importante es el amor que tenemos y sentimos para con nosotros mismos y los demás.