Antes de seguir leyendo, te proponemos una reflexión: ¿qué representaría para ti la paz perfecta?
Se cuenta que un rey ofreció un gran premio a aquel artista que pudiera describir la paz perfecta en una pintura. Muchos fueron los que intentaron plasmarla. El rey observó y admiró todas las pinturas, pero, de entre todas, dos de ellas fueron las que más le gustaron y llamaron su atención.
La primera era un lago muy tranquilo, un espejo perfecto donde se reflejaban unas plácidas montañas que lo rodeaban. Sobre éstas, se encontraba un cielo azul con tenues nubes blancas. Todos pensaban que ese trabajo reflejaba la paz perfecta.
La pintura menos pacífica, salvo un detalle…
La segunda pintura también presentaba montañas. Sin embargo, éstas eran escabrosas y descubiertas. Sobre ellas había un cielo furioso del cual caía una impetuosa cascada y en el cielo había rayos y truenos. Montaña abajo parecía retumbar un espumoso torrente de agua. Esta pintura no se veía pacifica. Pero cuando el rey la observó cuidadosamente, vio tras la cascada un delicado arbusto creciendo en una grieta de la roca y en ese arbusto había un nido. Allí , en medio del rugir de la violenta caída del agua, estaba sentado plácidamente un pajarito en el medio de su nido.
La paz no significa estar en un lugar sin ruidos, sin problemas, sin trabajo duro o sin dolor
El rey finalmente se decantó por la segunda pintura. Todos los presentes preguntaron el porqué de esa elección, a lo que el rey respondió:
-La paz no significa estar en un lugar sin ruidos, sin problemas, sin trabajo duro o sin dolor. La paz significa que, a pesar de estar en medio del caos, permanezcamos en calma. Éste es el verdadero significado de la paz. Buscad la paz.
-¿Pero dónde buscarla?, le preguntaron.
Y el rey respondió: «Busca la paz dentro de ti. La paz no puede ser hallada fuera de uno mismo. Cuando el ser humano logra que la paz reine dentro de sí mismo, puede hacerla reinar en el mundo entero».
Cuento jasídico. Simcha Bunim de Peshischa (1765-1827)