Un cuento para reflexionar sobre lo que cargamos a diario en nuestra mente
Érase una vez dos monjes que viajaban juntos cuando, junto a un río, se encontraron con una atractiva joven llorando. Angustiada, les pidió que le ayudasen a cruzar la fuerte corriente, necesitaba llegar a la otra orilla.
Los dos monjes habían hecho el voto de no tocar a una mujer, por lo que el que era más joven se disculpó explicando por qué no podían ayudarla y se dispuso a continuar su camino junto a su compañero.
Sin embargo, el más anciano no actuó así. Sin decir nada, se agachó e invitó a la joven a subir a sus hombros para atravesar el río. Y así fue. La dejó en la otra orilla y volvió a cruzar la corriente para seguir su camino junto al otro monje.
El más joven estaba furioso, no podía entender lo que había visto, había perdido todo el respeto hacia su venerado y anciano compañero que, en un momento, había roto su voto. Sin decir nada, pero lleno de ira, y dándole vueltas continuamente a lo que había ocurrido, éste siguió andando junto al «traidor».
Cuando llegaron a su destino, el más joven le preguntó iracundo cómo podía haber hecho lo que había hecho, tocar a una mujer y saltarse sus votos, a lo que el compañero le contestó: “Yo dejé a esa mujer al llegar a la otra orilla. Tú, sin embargo, sigues cargando con ella”.
Naturaleza Savia destaca:
- ¿Os ha ocurrido alguna vez que algo os ha enfadado y habéis estado dándole vueltas a la cabeza todo el día?
- Este cuento trata de las ideas prefijadas, que en ocasiones debemos replantearnos e incluso saltárnoslas.
- Trata también de no expresar nuestros sentimientos y el valor de ser asertivo.