Un cuento que nos recuerda que, pese a la actitud de los demás, no debemos actuar en contra de lo que somos
En una ocasión, un sabio que cruzaba un río poco profundo vio a un escorpión ahogándose, luchando por salir del río. Al observar esto el sabio sintió compasión por él y se decidió a salvarlo.
Cogió el escorpión en su palma derecha con la intención de colocarlo en una superficie seca, pero tan pronto como hizo eso, el escorpión lo picó y se apresuró a escapar de la palma de la mano del sabio, cayendo de nuevo al río, donde reanudó su lucha por sobrevivir.
El sabio sentía dolor, pero su mente estaba en calma. Al ver que el escorpión podría perder su vida, esta vez usó su mano izquierda para sacar al escorpión del agua; sin embargo, éste entró en pánico y lo volvió a picar. Una vez más se escapó de la mano cayendo al agua, reanudando su lucha por salir.
El dolor que tenía era casi insoportable, pero su compasión y determinación eran más grandes que éste, así que lo intentó de nuevo, pero esta vez lo cogió con una hoja para rápidamente dejarlo caer en la tierra antes de que pudiera reaccionar.
El sabio se sintió feliz al ver que el escorpión se encontraba finalmente a salvo, ya que había cumplido su propósito de salvar otra vida.
“Valió la pena el dolor”, pensó.
A la distancia, un hombre que estaba observando todo el episodio, se encontraba sorprendido y conmocionado.
El hombre se acercó apresuradamente al sabio y le dijo: “En primer lugar, no creo que sea necesario salvar a un escorpión, ya que no le hace ningún bien a nadie; en segundo lugar, si querías salvarlo por lástima, simplemente podrías haberlo intentado una sola vez. ¿Por qué razón, incluso después de que te picara tan ingratamente, persististe en tu esfuerzo por salvarlo?».
El sabio respondió: “El escorpión no me picó por malicia o mala intención. Así como la naturaleza del agua es mojarme, también la naturaleza del escorpión es la de picar, no se da cuenta de que lo estoy llevando a un lugar seguro; la verdadera naturaleza del hombre es la de amar y ser compasivo, simplemente actué conforme a ella».
El hombre se postró a los pies del sabio y expresó su gratitud por la profunda sabiduría.