La escritura es una sencilla y liberadora herramienta terapéutica al alcance de todos
La escritura es terapéutica. Escribir hace que salga hacia afuera el sufrimiento, canaliza los miedos y las dudas y las ilusiones y alegrías también. Sólo la palabra puede organizar mentalmente lo que sentimos, que es lo que nos hace humanos, desahogarnos y animarnos. También facilita tomar consciencia y responsabilizarnos de lo que descubrimos, de nosotros mismos.
Aunque se ha utilizado la escritura como una herramienta terapéutica desde siempre, fue a mediados de los 60 cuando se reconoció el concepto. Ira Progoff, psicólogo estadounidense y discípulo de C. G. Jung, desarrolló entonces el Método del Diario Intensivo, que consistía en la expresión de las emociones a través de un diario escrito de una forma regular y estructurada.
Para escribir sólo hacen falta dos cosas: tener algo que decir y decirlo (O. Wilde)
Decía Oscar Wilde que para escribir sólo hacen falta dos cosas: tener que decir y decirlo. Sólo hay que dejarse llevar y expresar las emociones sin miedo ni vergüenza. Da igual cómo quede, no hay que enseñárselo a nadie, ni siquiera releerlo uno mismo, es simplemente soltar el corazón y la mano y plasmar lo que en ese momento surja.
Un boli y un papel es lo único que hace falta para beneficiarse de esta liberadora herramienta.
Algunas propuestas de ejercicios
Son muchos los ejercicios sencillos que permiten disfrutar de sus ventajas.
Uno de ellos es el diario positivo. Para realizarlo sólo tenemos que dedicarnos unos minutos por la noche, antes de acostarnos. En vez de irnos a la cama con el enfado con un familiar, un amigo, un compañero o con la vida, parémonos a pensar y escribamos tan sólo cinco cosas que nos han ido bien a lo largo del día, aunque sean mínimas. Otra propuesta es hacer un listado con las cosas por las que estamos agradecidos. Las hay y muchas, si nos paramos a reflexionar en ello. Los expertos invitan a escribir hasta 50 agradecimientos. Y no es difícil; sin embargo, no solemos caer en ello. Por ejemplo, gracias porque he podido disfrutar de una ducha o un plato caliente.
Lo importante a la hora de escribir es que lo hagamos sin juicio ni censuras, recordándonos que nadie tiene por qué leerlo, que no estamos trabajando sobre una obra de arte, que da igual el estilo y que, finalizado el ejercicio y conseguido su efecto liberador, podremos romperlo si así lo deseamos. Para ello uno de los ejercicios más comunes en la escritura terapéutica es la escritura automática, escribir durante media hora de lo que surja tenga sentido o no, haya estructura o no, siga un hilo o no…